Google comienza a ofrecer sus hologramas a las empresas amigas
El ‘gigante online’ ha madurado su proyecto Starline, una tecnología comparable a una videollamada en tres dimensiones y sin competencia posible con los avatares del metaverso. Los que lo han probado aseguran que el realismo es tan asombroso que parece que el interlocutor está justo enfrente.
Google deslumbró hace un año con su proyecto Starline, una tecnología de hologramas llamada a revolucionar el negocio de las videollamadas inmersivas. Tras doce meses de pruebas internas, la compañía estadounidense demuestra que va muy en serio con el asunto. De hecho, el gigante online se muestra tan seguro de su ocurrencia que ahora se plantea comercializar entre un puñado de grandes empresas amigas.
Poco a poco, sin prisa ni pausa, la mayor multinacional de Internet confía en aportar un sistema capaz de cautivar a sus clientes y valorar su inmediata puesta en el mercado. Por lo pronto, Salesforce, WeWork, T-Mobile y Hackensack Meridian Health son algunas de las referencias interesadas en probar una herramienta de comunicación capaz de ahorrar millones de euros en desplazamientos de miles de directivos y empleados.
Las aerolíneas y otras empresas del sector transporte tienen motivos para echarse a temblar en el supuesto de que la tecnología de los hologramas gane predicamento. A simple vista, el fenómeno podría causar más daños que la propia pandemia en el segmento de viajes de negocio. De hecho, la crisis del Covid-19 al menos se limitó a un par de años, mientras que los herederos y derivaciones del proyecto Starline crecerán sin freno durante las próximas décadas.
Como en otros experimentos similares, los hologramas de Google conviene verlos para creerlos. Según los testigos presenciales, el efecto es idéntico al de una reunión presencial, al menos en cuanto a imagen y sonido. Al contrario que las videollamadas, las dos dimensiones de la pantalla se enriquecen con la profundidad, todo ello proyectado en tiempo real sobre un panel en una especie de cabina. Un sofisticado conjunto de cámaras, micrófonos, altavoces y proyectores hacen posible el milagro del teletransporte virtual gracias a la ayuda de las conexiones de super alta velocidad y de imperceptible latencia (tiempo de respuesta de la red). También entran en juego tecnologías de visión por ordenador, aprendizaje automático, audio espacial y compresión en tiempo real, así como “un sistema de visualización de campos de luz que crea una sensación de volumen y profundidad que puede experimentarse sin necesidad de gafas o auriculares adicionales”.
Realismo casi mágico
El vídeo de las demostraciones realizadas en Google invita a frotarse los ojos: dos personas conversan frente a frente sin distinguirse cuál de ellas es real y cuál es una imagen retransmitida a cientos o miles de kilómetros de distancia.
El realismo es absoluto, casi mágico, tanto que la respuesta más habitual de los usuarios que han pasado por las cabinas del proyecto Starline -situadas por ahora en sedes de Google- suele coincidir en expresiones de asombro y valoraciones similares a “parece que estaba con el interlocutor en persona, sólo faltaba estirar el brazo y poder tocarlo. Sin duda, se logra la sensación de que una persona está sentada justo enfrente de uno, como si estuviera allí mismo”, añaden.
Las posibilidades son extraordinarias, aunque existe un largo camino por explorar. Entre otras cuestiones, las comunicaciones se limitan por ahora a dos contertulios, cada uno en una cabina, sin que se haya trabajado en ampliar el aforo. Por lo tanto, las reuniones de consejos de administración por estas herramientas deberán esperar unos años. Hasta que las economías de escala hagan presencia, también resulta caro y aparatoso el sistema de videollamada por holograma. Entre otros requisitos se exige un par de cabinas, una en cada extremo de la comunicación, con un tinglado de cámaras y micrófonos específicamente instalados.
Fuentes de Google consideran que el Proyecto Starline “combina los avances en hardware y software para que amigos, familias y compañeros de trabajo se sientan juntos, aunque estén a ciudades (o países) de distancia”. Según explicó en su blog corporativo, la empresa compara el fenómeno con “mirar a través de una especie de ventana mágica y que, a través de ella, se ve a otra persona, a tamaño real y en tres dimensiones, con la que se puede hablar con naturalidad, gesticular y establecer contacto visual”.
Entre otros detalles técnicos, Google señala en otro documento que su objetivo consiste en “transmitir una representación 3D coloreada de forma bidireccional entre sistemas distantes manteniendo una alta fidelidad y una tasa de bits aceptable”. Puesto que los datos tienen una resolución y una frecuencia de imagen tan elevadas, la compresión en tiempo real que aprovecha la coherencia temporal no es posible actualmente con las representaciones 3D habituales, como las mallas texturizadas, las nubes de puntos o los volúmenes de ocupación. En lugar de crear y enviar una representación 3D fusionada del usuario capturado, transmitimos las múltiples imágenes en color y los mapas de profundidad reconstruidos en estéreo utilizando la compresión de vídeo tradicional”.