Habitantes de los territorios ocupados por Rusia denuncian irregularidades en los referendos
Habitantes de los territorios ucranianos bajo control ruso denuncian irregularidades en la votación sobre la adhesión a Rusia y expresan en sus testimonios el temor a una movilización forzosa y a lo que consideran un futuro sombrío.
Los miembros de las comisiones electorales intentan animar a la gente a votar desde las calles del Jersón ocupado. En un mensaje de audio a Efe, Galyna afirma haber visto múltiples puestos de votación al aire libre repartidos por la ciudad, incluidos tres en una céntrica calle de Suvorov.
“Una mujer mayor está sentada en una mesa de plástico con una urna cerca de ella y dos soldados armados con pistolas automáticas en las proximidades”, describe Galyna, quien dice no haber presenciado que se forzara físicamente a nadie a votar, aunque señala que tampoco había mucho interés en votar.
Según ella, las urnas no están selladas, no hay cabinas de votación, ni listas de votantes. “Simplemente te sientas y escribes tus datos por tu cuenta para conseguir una papeleta”.
“Nunca he visto nada tan primitivo en unas elecciones”, dice por su parte otro habitante, Volodímir. Asegura que no hay ningún tipo de control sobre quién y cuántas veces ha votado.
“Podrías votar en 50 de estos puestos si quisieras, ya que no se molestan en comprobar tus documentos y aceptan incluso fotocopias de lo que les muestres”. También subraya que votar libremente es imposible con soldados rusos armados “de pie y junto a ti”.
Este habitante afirma que las calles se han quedado prácticamente vacías desde el inicio de las votaciones. Cree que muchos residentes prefieren no salir o escapar a su “dacha” (casa en el campo) para evitar participar.
Los miembros de las comisiones de voto van de casa en casa, acompañados por soldados armados.
Volodímir dice que los que viven en bloques de vivienda lo tienen más fácil, ya que pueden simplemente fingir que no están en casa. Más difícil lo tienen los que viven en el campo o en casas unifamiliares en la ciudad.
Anton cuenta que tres soldados armados y una mujer con una urna transparente se presentaron en la casa de su padre. Aparte de éste, que está postrado en la cama tras sufrir un derrame cerebral, sólo estaba presente una enfermera.
“Los soldados intentaron obligarle a poner una cruz con la respuesta en la papeleta”, escribe.
Cuando vieron que era físicamente incapaz de hacerlo, obligaron a la enfermera a votar, pese a explicarles que sólo estaba cuidando al hombre y que no llevaba sus documentos encima.
Dobló la papeleta y la arrojó dentro de la urna, tras lo cual los rusos empezaron a agitarla para tratar de ver si el voto era favor o en contra de la anexión a Rusia.
Uliana, que vive en un pueblo de la ribera oriental de Dnipro, sostiene que a la gente “se le hace votar a punta de pistola”, ya que los soldados van de casa en casa. Los que votan sienten que no pueden votar en contra de la adhesión a Rusia.
La gente está muy asustada, afirma, pero muchos siguen negándose a votar o a abrir las puertas a los soldados. Tras negarse a votar, la amenazaron con desalojarla en 24 horas.
Su hijo y su marido se escondieron en un pajar, ya que los lugareños consideran que los hombres corren un mayor riesgo de violencia. Andriy cuenta a Efe, desde Jersón, que se forman grandes colas en el cruce del río Dnipro con hombres que esperan escapar de la tan esperada movilización forzosa.
“Estoy muy deprimido. Hay muchos coches del ejército ruso con soldados dentro por toda la ciudad”. Su padre, que solía ser un ferviente partidario del “mundo ruso”, ha llamado hoy y ha pedido a su hijo que no vote. “Sus opiniones han cambiado después de haber experimentado por sí mismo la vida bajo los rusos”.
Volodymyr dice estar decepcionado con los locales que han aceptado trabajar en las comisiones electorales. Sabía que esas personas harían cualquier cosa si les pagaban, pero aún así no esperaba que “vendieran su patria y a sus hijos” de esa manera, porque “está claro que no habrá futuro para Jersón” en Rusia.
Las personas que hablaron con Efe subrayan que, aunque no se dispone de datos precisos, alrededor del 60-70% de los lugareños se han marchado al territorio controlado por Ucrania o al extranjero durante los meses de ocupación previos al referéndum, y algunos pueblos están ahora casi completamente vacíos.