Orestes y su escuadrón: teatro minimalista y transgresor
Santo Domingo, RD
El preámbulo se perfila interesante. Una escenográfica minimalista (creada por Fidel López): apenas dos paneles contrapuestos formando un ángulo triangular y frontal que, de igual forma, invita a lo infinito, a lo desconocido, a lo inesperado.
Es la carta de presentación al público que va a disfrutar la obra teatral “Sony Di”, la puesta en escena vanguardista e inclusiva, con la que Orestes Amador ha querido celebrar sus 45 años de vida artística.
El texto está escrito por Licelotte Nin, joven dramaturga dominicana que nos tiene acostumbrados a sacudirnos, a remover nuestros sentidos y a cuestionarnos como sociedad, como individuos. Ella no nos lo pone tan fácil. Su estética es distinta y ese esfuerzo por sacarnos de lo simple, debemos agradecerlo.
Volviendo a “Sony Di”, el más reciente parto teatral de Orestes, presentado en la Sala Ravelo del Teatro Nacional los fines de semana del 5 al 14 de agosto, es una crítica social poderosa. Un llamado a la tolerancia, a la empatía, a ponernos en los zapatos de los demás.
Un Orestes haciendo lo que ha hecho por décadas, pero esta vez màs renovado, asumiendo un rol coherente en el que involucra todas sus técnicas. Cómo se desplaza, cómo gesticula, cómo deja danzar su cuerpo entre éxtasis y sufrimiento; cómo proyecta los sentimientos que su personaje quiere dar a demostrar.
Una Luvil González inmensa. Desdoblándose, siendo otra persona, asumiendo otro género, pasando de la realidad a la ficción del Ella, al Él, sin que los ojos más agudos lo perciban.
Oh, María del Mar: potente, atrevida, sensual, comprometida. Haciendo suyo el escenario y dejando en cada escena, la esencia de una actriz, de una cantante, que vive para eso, para entregar arte.
Tony Almont: versátil y desenfadado. Rockero y actor acoplándose a un mundo que pudiera parecerle ajeno, pero que no es así, que ya sabíamos de su histrionismo. ¡Merece un aplauso!
Y los chicos: Isen Ravelo, Gabo Alcántara y Erni Coronado ¿habíamos sido antes convocados a tal exposición de testosteronas y talento juntos? No lo sabemos, pero ellos, en sus respectivas interpretaciones, aportan el cherry a ese pastel que se nos sirve camuflado de buen teatro.
El trabajo de dirección conjunta entre Richardson Díaz y Ramón Santana es, simplemente, impresionante. Cómo logran comunicar, a través de los actores, de sus movimientos, de sus entradas y salidas, un universo al que han sido sometidos tantos niños y niñas de todo el mundo, pero que lo traspolan a una realidad local, ambientada en un pueblo cualquiera y que nos hace cuestionarnos hasta dónde somos capaces los seres humanos de someter a los más vulnerables, simplemente para inducirlos a ser como nosotros queremos.
“Sony Di” es un poema desgarrador. Es un canto de protesta y una invitación a quienes quieran disfrutar de un teatro distinto y bien hecho, también acompañen al gran actor que es
Orestes Amador a celebrar sus 45 años en escena. Enhorabuena.